domingo, 31 de julio de 2016

Francisco Jover. San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola. XIX. Francisco Jover
Óleo sobre lienzo. Medidas: 37 cm x 28 cm.
Museo del Prado. Madrid España

Celebramos la memoria de uno de los grandes santos de la Iglesia Católica. san Ignacio de Loyola. Hombre adusto, pasó del servicio de armas a militar bajo las banderas de Cristo. Si los demás pudieron -se decía, refiriéndose a los santos del pasado- ¿por qué no voy yo a poder alcanzar esa misma santidad?

De este hombre adusto contemplamos hoy un retrato decimonónico, obra de Francisco Jover y Casanova. Fue encargado por la Junta Iconográfica Nacional, para la Galería de Españoles Ilustres, del Museo Iconográfico. Ingresó en el Museo del Prado en 1877. Francisco Jover y Casanova (Muro, Alicante, 1836-Madrid, 1890) cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en el taller de Federico de Madrazo, donde se inició en la pintura de historia. Desde muy joven participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, obteniendo en el certamen de 1864 tercera medalla por la obra Últimos momentos de Felipe II. Completó su formación en Roma, en la Academia Chigi, y en el estudio de Mariano Fortuny.

jueves, 28 de julio de 2016

Anónimo. El Salvador

El Salvador. XVII. Anónimo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 104 cm x 83 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

Jesús es el escriba que entinede del Reino de los Cielos, porque es precisamente su Señor. Por eso, hemos escogido hoy para nuestra contemplación un hermoso lienzo, de autor desconocido, que nos muestra al Señor bendiciendo al mundo, sobre cuya esfera se yergue la Cruz salvadora.

martes, 26 de julio de 2016

Vicente Carducho. La Sagrada Familia.


La Sagrada Familia. 1631. Vicente Carducho
Óleo sobre lienzo. Medidas: 150 cm x 115 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

Hoy recordamos en la liturgia a los santos Joaquín y Ana, los padres de la santísima Virgen María. A través de ellos, enlaza Jesús no sólo con la naturaleza humana de una familia de Israel, sino con toda la histora de la salvación.

Vicente Carducho los incluyó en su Sagrada Familia. El cuadro está firmado con iniciales y fechado en 1631, siete años antes de la muerte de su autor, que fue uno de los pintores más influyentes y prolíficos que trabajaron en Madrid en las primeras décadas del siglo XVII. Era de origen florentino y a lo largo de toda su carrera se mostró apegado a un estilo clasicista, de gran claridad narrativa, del que es espléndido ejemplo este cuadro, una de sus composiciones más bellas y equilibradas. El pintor ha cuidado mucho la expresión, pero también los detalles, como demuestra la cesta de frutas o los útiles de labor del primer término, que constituyen espléndidos ejemplos de naturaleza muerta.

El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre significa Gracia) "se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones". Un ángel se le apareció y le dijo: "Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo". A su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Dios. Esta narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana ( I Reyes, I ). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de Juan Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una imitación. La mejor prueba de la antigüedad al culto a Santa Ana en Constantinopla es que, a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de occidente en 1584.

San Juan Damasceno, predicando sobre la Natividad de santa María, ensalzó a sus padres con estas bellas palabras:

Ya que estaba determinado que la Virgen Madre de Dios nacería de Ana, la naturaleza no se atrevió a adelantarse al germen de la gracia, sino que esperó a dar su fruto hasta que la gracia hubo dado el suyo. Convenía, en efecto, que naciese como primogénita aquella de la que había de nacer el primogénito de toda la creación, en el cual todo se mantiene.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana! Toda la creación os está obligada, ya que por vosotros ofreció al Creador el más excelente de todos los dones, a saber, aquella madre casta, la única digna del Creador.

Alégrate, Ana, la estéril, que no dabas luz, rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores. Salta de gozo, Joaquín, porque de tu hija un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y será llamado: «Angel del gran designio» de la salvación universal, «Dios guerrero». Este niño es Dios.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana, totalmente inmaculados! Sois conocidos por el fruto de vuestro vientre, tal como dice el Señor: Por sus frutos los conoceréis. Vosotros os esforzasteis en vivir siempre de una manera agradable a Dios y digna de aquella que tuvo en vosotros su origen. Con vuestra conducta casta y santa, ofrecisteis al mundo la joya de la virginidad, aquella que había de permanecer virgen antes del parto, en el parto y después del parto; aquella que, de un modo único y excepcional, cultivaría siempre la virginidad en su mente, en su alma y en su cuerpo.

¡Oh castísimos esposos Joaquín y Ana! Vosotros, guardando la castidad prescrita por la ley natural, conseguisteis, por la gracia de Dios, un fruto superior a la ley natural, ya que engendrasteis para el mundo a la que fue madre de Dios sin conocer varón. Vosotros, comportándoos en vuestras relaciones humanas de un modo piadoso y santo, engendrasteis una hija superior a los ángeles, que es ahora la reina de los ángeles. ¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija de Adán y madre de Dios!

¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los qm saliste! ¡Bienaventurados los brazos que te llevaron, lo; labios que tuvieron el privilegio de besarte castamente, e; decir, únicamente los de tus padres, para que siempre y er todo guardaras intacta tu virginidad!

Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad Alzad fuerte la voz, alzadla, no temáis.

lunes, 25 de julio de 2016

Murillo. El Apóstol Santiago


El Apóstol Santiago. 1655. Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 134 cm x 107 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

Para la solemnidad del Apóstol Santiago, hemos escogido esta obra de Murillo que expresa diversos aspectos del culto al santo apóstol. Por una parte, la túnica roja nos habla de su martirio. El libro que lleva en la mano nos manifiesta su condición de evangelizador, según la tradición, en la Hispania romana. El báculo de peregrino y las conchas que lleva sobre la esclavina nos hablan de los peregrinos que hacia su tumba de Compostela dirigieron sus pasos y oraciones.

Pero de esta obra de Murillo me quedaría con la mirada serena y profunda del apóstol, tal vez algo cansada, con unos ojos llenos de esperanza, como los ojos de tantos peregrinos, que con esperanza siguen caminando por esta vida hacia el Señor.

De este sentido simbólico de la peregrinación habló el papa Benedicto XVI, en su pregrinación a Santiago de Compostela, durante la Eucaristía celebrada en la Plaza del Obradoiro el 6 de noviembre de 2010:

El cansancio del andar, la variedad de paisajes, el encuentro con personas de otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al Pórtico de la Gloria.

domingo, 24 de julio de 2016

Retablo gótico. Juan rodríguez de Toledo


Retablo del Arzobispo don Sancho de Rojas. 1420. Juan Rodríguez de Toledo
Temple sobre tabla. Medidas: 532 cm x 618 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

En el Evangelio, que la liturgia de este domingo nos propone, nos enseña Jesús a orar con confianza a Dios, nuestro Padre. En él debemos confiar plenamente, y a él dirigir nuestras súplicas en nuestras necesidades. Beda el Venerable, en su Homilía 14, dice: Deseando nuestro Señor y Salvador que lleguemos a los goces del reino celestial, nos enseñó a pedirle estos mismos goces y prometió dárnoslos si se los pedimos: Pedid —dice— y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Debemos reflexionar seriamente y con la máxima atención, carísimos hermanos, sobre el mensaje de que son portadoras estas palabras del Señor, puesto que se nos asegura que el reino de los cielos no es patrimonio de ociosos y desocupados, sino que se dará, será hallado y se abrirá a quienes lo pidan, lo busquen y llamen a sus puertas.

Hemos escogido como ilustración de este texto un retablo gótico, que se conserva en el Museo del Prado, y que procede del Monasterio de San Benito el Real de Valladolid. Se trata de toda una catequesis con la historia de la Salvación, especialmente centrado en los misterios de la Encarnación y en la Redención del Señor. Todo converge, en lo alto, hacia Dios Padre Todopoderoso. La finalidad de estos retablos, que tendrán una fecunda historia en la tradición hispana, consistía en poner ante los ojos de los fieles los misterios del Señor, y moverlos a confiar plenamente en la ayuda divina.

La tabla central representa La Virgen con el Niño, y tras ellos cuatro ángeles sosteniendo el paño de brocado y otros cuatro tocando instrumentos musicales. San Benito y San Bernardo, santos de la Orden Benedictina, de pie, protegen al arzobispo Sancho de Rojas, a quien la Virgen le está poniendo la mitra y al rey don Fernando I de Aragón, coronado por el Niño. Los pináculos superiores representan al Padre Eterno, a ambos lados el Arcángel Gabriel y la Virgen María, con Isaías y David en los extremos. 

El segundo cuerpo muestra diversas escenas: La Crucifixión en la calle central; a la izquierda la Presentación en el Tempo, la Natividad y la Adoración de los Magos; y a la derecha la Piedad, el Santo Entierro y La Bajada al Limbo, algunas de ellas con considerables pérdidas de pintura. 

En el primer cuerpo: el Ecce Homo, la Flagelación, y Jesús con la Cruz a cuestas, a izquierda de la tabla central; junto a la Ascensión, Pentecostés, y la Misa de San Gregorio, que se representan a la derecha. 

Las dieciocho cabezas de santos del banco y el escudo de Rojas entre los pináculos completan la decoración del retablo. 

El conjunto es un ejemplo de retablo gótico de influencia italiana. En esta obra se ejemplifica de manera clara el avance hacia el naturalismo de la pintura gótica, con unas escenas descritas de manera sintética y eficaz para su perfecta comprensión por parte de los fieles. 

sábado, 23 de julio de 2016

Luca Giordano. Santa Brígida.

Santa Brígida salvada de un naufragio por la Virgen. 1700. Luca Giordano
Óleo sobre lienzo. Medidas: 62 cm x 77 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

Hoy celebramos la fiesta de santa Brígida de Suecia (1302-1373), que dejó su país para pasar a vivir en Roma en 1349. Allí llevó una vida de santidad realizando numerosos viajes pastorales. Durante una peregrinación a Palestina (1371), el barco que la conducía sufrió un naufragio en Jaffa, evitando la muerte por intervención de la Virgen.

La pincelada libre y colorista de Luca Giordano se acomoda al estilo del final de su etapa española. Se desconoce su destino final, aunque podría ser un estudio preparatorio para un espacio rematado por una bóveda de medio punto, tal y como revela el semicírculo pintado en la parte superior de la composición.

Benedicto XVI nos ha dejado esta hermosa y profunda catequesis sobre la santa, pronunciada el 27 de octubre de 2010:

Podemos distinguir dos periodos en la vida de esta Santa. El primero se caracterizó por su condición de mujer felizmente casada. Su marido se llamaba Ulf y era gobernador de un importante distrito del reino de Suecia. El matrimonio duró veintiocho años, hasta la muerte de Ulf. Nacieron ocho hijos, de los que la segunda, Karin (Catalina), es venerada como santa. Esto es un signo elocuente del compromiso educativo de Brígida respecto de sus propios hijos. Por lo demás, su sabiduría pedagógica era apreciada hasta tal punto que el rey de Suecia, Magnus, la llamó a la corte por un cierto tiempo, con el fin de introducir a su joven esposa, Blanca de Namur, en la cultura sueca.

Brígida, espiritualmente guiada por un docto religioso que la inició en el estudio de las Escrituras, ejerció una influencia muy positiva en su propia familia que, gracias a su presencia, se convirtió en una verdadera iglesia doméstica. Junto con su marido, adoptó la Regla de los Terciarios franciscanos. Practicaba con generosidad obras de caridad hacia los indigentes; fundó también un hospital. Junto a su esposa, Ulf aprendió a mejorar su carácter y a progresar en la vida cristiana. A la vuelta de una larga peregrinación a Santiago de Compostela, efectuado en 1341 junto a otros miembros de la familia, los esposos maduraron el proyecto de vivir en continencia; pero poco después, en la paz de un monasterio en el que se había retirado, Ulf concluyó su vida terrena.

Este primer periodo de la vida de Brígida nos ayuda a apreciar la que hoy podríamos definir una auténtica espiritualidad conyugal: juntos, los esposos cristianos pueden recorrer un camino de santidad, sostenidos por la gracia del Sacramento del Matrimonio. No pocas veces, precisamente como sucedió en la vida de santa Brígida y de Ulf, es la mujer la que con su sensibilidad religiosa, con la delicadeza y la dulzura consigue hacer recorrer al marido un camino de fe...

Cuando Brígida se quedó viuda, comenzó el segundo periodo de su vida. Renunció a otro matrimonio para profundizar en la unión con el Señor a través de la oración, la penitencia y las obras de caridad. También las viudas cristianas, por tanto, pueden encontrar en esta Santa un modelo a seguir. En efecto, Brígida, a la muerte de su marido, tras haber distribuido sus propios bienes a los pobres, aún sin acceder nunca a la consagración religiosa, se estableció en el monasterio cisterciense de Alvastra. Aquí tuvieron inicio las revelaciones divinas, que la acompañaron todo el resto de su vida. Éstas fueron dictadas por Brígida a sus secretarios-confesores, que las tradujeron del sueco al latín y las recogieron en una edición de ocho libros, titulados Revelationes (Revelaciones).

Las Revelaciones de santa Brígida presentan un contenido y un estilo muy variados. A veces la revelación se presenta bajo forma de diálogos entre las Personas divinas, la Virgen, los santos y también los demonios; diálogos en los que también Brígida interviene. Otras veces, en cambio, se trata de la narración de una visión particular; y en otras se narra lo que la Virgen María le revela sobre la vida y los misterios del Hijo. El valor de las Revelaciones de santa Brígida, a veces objeto de alguna duda, fue precisado por el Venerable Juan Pablo II en la Carta Spes Aedificandi: Reconociendo la santidad de Brígida – escribe mi amado Predecesor – la Iglesia, aún sin pronunciarse sobre cada una de las revelaciones, acogió la autenticidad conjunta de su experiencia interior.

De hecho, leyendo estas Revelaciones, se nos interpela sobre muchos temas importantes. Por ejemplo, vuelve frecuentemente la descripción, con detalles muy realistas, de la Pasión de Cristo, hacia la cual Brígida tuvo siempre una devoción privilegiada, contemplando en ella el amor infinito de Dios por los hombres. En la boca del Señor que le habla, ella pone con audacia estas conmovedoras palabras: Oh, amigos míos, yo amo tan tiernamente a mis ovejas que, si fuese posible, quisiera morir muchas otras veces, por cada una de ellas, de la misma muerte que sufrí por la redención de todas. También la dolorosa maternidad de María, que la hizo Mediadora y Madre de misericordia, es un argumento que se repite a menudo en las Revelaciones.

Recibiendo estos carismas, Brígida era consciente de ser destinataria de un don de gran predilección por parte del Señor: Hija mía – leemos en el primer libro de las Revelaciones – Yo te he elegido para mí, ámame con todo tu corazón... más que todo lo que existe en el mundo. Por lo demás, Brígida sabía bien, y estaba firmemente convencida de ello, que todo carisma está destinado a edificar la Iglesia. Precisamente por ese motivo, no pocas de sus revelaciones estaban dirigidas, en forma de advertencias incluso severas, a los creyentes de su tiempo, incluyendo las Autoridades religiosas y políticas, para que viviesen coherentemente su vida cristiana; pero hacía esto con una actitud de respeto y de fidelidad plena al Magisterio de la Iglesia, en particular al Sucesor del Apóstol Pedro.

viernes, 22 de julio de 2016

Pedro Núñez del Valle. Noli me tangere

Noli me tangere. 1630. Pedro Núñez del Valle
Óleo sobre tabla. Medidas: 235 cm x 156 cm.
Museo del Prado. Madrid

La Iglesia ha elevado a partir de este año el recuerdo litúrgico de santa María Magdalena a la categoría de fiesta, queriendo con ello resltar el relevante papel que esta mujer jugó en ela Resurrección del Señor, al convertirse en la apóstol de los apóstoles. Contemplamos, por eso, la célebre escena del Noli me tangere; es decir, cuando se encuentra con Jesús resucitado, éste la dice: No me toques, pues aún no he subido al Padre.

La obra representa el encuentro entre María Magdalena y Jesucristo resucitado y sigue una composición de Durero. Son característicos de este pintor madrileño formado en Roma los tipos humanos, el colorido, la iluminación de influencia caravaggiesca y el paisaje derivado del clasicismo boloñés. La tipología del marco es toscano-emiliana de la primera mitad del siglo XVII, con carnosas hojas de acanto en la entrecalle.

Pedro Núñez del Valle (h.1590/1594-1649) fue un pintor, considerado como discípulo de Vicente Carducho, Pérez Sánchez lo engloba entre los caravaggistas españoles. Viajó a Italia, pues consta documentalmente su presencia en Roma entre 1613 y 1614, al ser admitido en al Academia de San Lucas. En 1623 ya había regresado a España, y contrajo matrimonio en 1625. De Italia trajo consigo ciertos ecos romanos al estilo de Reni en sus composiciones, así como un tipo de iluminación completamente tenebrista. En Madrid trabajó para los ámbitos conventuales, como en la serie para la Merced, realizada junto con Eugenio Cajés, Antonio Lanchares y Juan van der Hamen. En 1627 cursó solicitud para cubrir una plaza de pintor del rey, sin conseguirlo. Después de trabajar en la decoración de la ermita de San Juan del Buen Retiro, en 1639, participó en la decoración del salón de comedias del Alcázar de Madrid, realizando para esta ocasión el retrato doble de Felipe III y Felipe IV. El año de su fallecimiento se contaba entre los colaboradores de Francisco Rizi en las obras del coliseo del Buen Retiro. De su mano conocemos obras como 'Jael y Sísara' (National Gallery of Ireland, Dublin)m que demuestran cierta torpeza arcaizante, pero a la vez incorporan novedosas referencias italinizantes, que recuerdan a los artistas como Cecco de Caravaggio. Lo mismo sucede con 'Camino del Calvario', conservado en la colegiata de Talavera de la Reina (Toledo), que combina elelmnetos clasicistas con figuras de clara referencia caravaggiesca. En sus composiciones juega un papel importante el desarrollo paisajistico, que le acerca a maestros de este género como Francisco Collantes, aunando elementos italianos y flamencos.

jueves, 21 de julio de 2016

Bruegel. Parábola del sembrador.

Parábola del sembrador. 1557. Pieter Brueghel el Viejo
Óleo sobre tabla. Medidas: 73 cm x 102 cm.
Timken Museum of Art. San Diego, California

Seguimos leyendo la parábola del sembrador en la Misa, contemplando una de las pinturas más tempranas firmadas por Pieter Bruegel el Viejo, uno de los genios de la pintura del norte de Europa. Un campesino solitario en el primer plano a la izquierda esparce las semillas en un campo arado. Las semillas que ya se ha sembrado se han multiplicado en los campos por debajo de él a la derecha y en la media distancia. Al otro lado del río, una pequeña multitud se reúne para escuchar a Jesús la predicación.

Bruegel dejó Amberes en 1553 para estudiar en Italia y, a su regreso, hizo dibujos de los Alpes, que influyó en el detalle y la perspectiva aérea del paisaje en esta pintura.

miércoles, 20 de julio de 2016

Rembrandt. Jeremias lamentando la destrucción de Jerusalén

Jeremias lamentando la destrucción de Jerusalem. 1630. Rembrandt
Óleo sobre lienzo. Medidas: 58 cm x 46 cm.
Museo Rijksmuseum. Amsterdan

Palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín. Recibí esta palabra del Señor: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.» Yo repuse: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.» El Señor me contestó: «No digas: "Soy un muchacho", que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor. El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: «Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar.»

Comenzamos la lectura de la Profecía de Jeremias en la Eucaristía. Por eso, traemos hoy para nuestra contemplación un lienzo de Rembrandt, en el que aparece el profeta en la edad madura, lamentándose de la destrucción de Jerusalén. Aparece con la mano apoyando su cabeza, en actitud doliente, en un paisaje rocoso bellamente iluminado.

martes, 19 de julio de 2016

Bellini. La Virgen con el Niño entre dos santas

La Virgen con el Niño entre dos santas. 1490. Giovanni Bellini
Óleo sobre tabla. Medidas: 77 cm x 104 cm.
Museo del Prado. Madrid España

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.» Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.» 

Leemos en la Eucaristía de hoy este fragmento del Evangelio según san Mateo, en el que María acude a Jesús. Pero el Señor no se cierra al vínculo de sangre, sino que amplía su familia a todos aquellos que escuchan la palabra de Dios. Por eso, hemos escogido esta obra en la que aparece María con dos santas. La Virgen sostiene en su brazos al Niño Jesús flanqueada por dos santas en una Sacra Conversazione. La santa de la izquierda se ha identificado como Santa Catalina y la de la derecha como Santa Úrsula, que porta la flecha de su martirio, o Santa María Magdalena. Excepto la figura del Niño, las demás se representan de tres cuartos sobre un fondo de cortinaje verde.

lunes, 18 de julio de 2016

La visita de la reina de Saba


La visita de la reina de Saba al rey Salomón, 1559. Obra de Lucas de Heere
Óleo sobre lienzo, 183 x 260 cm
Catedral de san Bavón, Gante, Bélgica

Leemos en la Eucaristía este texto del Evangelio según san Mateo: Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Tantas veces no dejamos impresionar por los poderes humanos, nos encandilan sus fastos, sus brillos sus éxitos y sus conquistas, su popularidad, su poder e influencia, su dinero y toda la materialidad engañosa que le rodea y dejando nuestros espíritu a merced de este encantamiento sucumbimos fascinados a sus pies.

Es, sin embargo, la sabiduría de Dios la que nos ha de atraer y por la que hemos de recorrer largos caminos llenos, tantas veces, de esfuerzo para buscar y encontrar. Como dice la reina del Sur en II Cro 9, 5: "He visto cosas mucho mayores de lo que esperaba y me habían contado"

No han de ser los poderes del mundo los que nos han de decir como actuar y a que o quien nos tenemos que convertir. ¿No buscamos acaso mas que la sabiduría de Dios, el Reino de Dios y su justicia? Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón, Cristo, el Señor.

El pintor Lucas de Heere pintó, en Gante, por orden del embajador Viglio van Aytta el cuadro "La visita de la reina de Saba al rey Salomón" (I Re 10:1 y II Cron 9:1). Fue especialmente encargado para el cerramiento del coro con ocasión de la celebración en la catedral de San Bavón de Gante del capítulo XXII de la Orden del Toisón de Oro, el último que se haría en esas tierras. Salomón es representado con los rasgos de Felipe II: rubio, con barba, labio belfo y mentón acusado. El atuendo, corona de laurel incluida, es más bien el de un emperador romano, como el templo que se ve tras él. El trono no deja lugar a dudas de la intención del cuadro: se trata del famoso trono de oro y marfil de Salomón, con dos leones flanqueando sus brazos y seis escalones (I Re 10:19 y II Cron 9:18). La reina de Saba representa en una sutil alegoría a los Países Bajos, que ponen a su disposición todas sus riquezas a cambio de un gobierno justo y sabio. 

sábado, 16 de julio de 2016

Pietro Novelli. Nuestra Señora del Carmen

Nuestra Señora del Carmen y santos. 1641. Pietro Novelli
Óleo sobre lienzo. Medidas: 474 cm. x 750 cm.
Museo Diocesano de Palermo

Celebramos hoy la popular advocación de Santa María del Monte Carmelo, de la que nació en la Edad Media la familia religiosa de los Carmelitas. En su honor, contemplamos hoy un lienzo de gran formato del pintor barroco siciliano Pietro Novelli. En él aparece la santísima Virgen del Carmen, entronizada sobre nubes y ángeles, mostrando al niño Jesús, sosteniendo entre ambos el escapulario del Carmen. En un plano inferior aparecen diversos santos de la orden: a la derecha, Simon Stock, el fundador de los ermitaños carmelitas en Tierra Santa. De rodillas aparece el santo mártir Ángel de Jerusalén, un fraile siciliano, asesinado por los cátaros en 1225. A la izquierda aparecen dos místicas carmelitas más recientes: santa Teresa de Jesús y santa María Magdalena de Pazzi.

La espiritualidad carmelita busca acercarnos al misterio de Dios a través de Jesucristo, encarnado de María Virgen. De este modo, la fuerte impronta mariana nos conduce hacia la humanidad de Jesucristo, a través de la cual podemos acceder al misterio invisible de Dios. Es algo que ya san León Magno, en la antigüedad había afirmado, tal como leemos en el sermón 1 de Navidad, que leemos hoy en el Oficio Divino:

Dios elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su espíritu. Y para que no se espantara, ignorando los designios divinos, al observar en su cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la conversación con el ángel, lo que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas cuando el ángel le da una prueba de la eficacia maravillosa de este poder divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen.

viernes, 15 de julio de 2016

Zurbarán. San Buenaventura

San Buenaventura. 1640-1650. Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 239 cm. x 222 cm.
Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos. Dresde

Celebramos hoy la memoria de uno de los más grandes teólogos medievales: el franciscano san Buenaventura. Fue un religioso entregado no sólo a la reflexión, sino también dedicado a las labores de gobierno. Éste es el tema, precisamente, de la obra de Zurbarán que traemos a consideración: aparece vestido de franciscano, en conversación con un ángel ante la tiara papal que se encuentra sobre una mesa, con un grupo de cardenales en último término.

San Buenaventura gobernó la orden de San Francisco durante diecisiete años y se le llama, con razón, el segundo fundador. En 1265, a la muerte de Godofredo de Ludham, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, pero el santo consiguió disuadirle de ello. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia y le llamó inmediatamente a Roma. Los legados pontificios le esperaban con el capelo y las otras insignias de su dignidad. Según se cuenta, fueron a su encuentro hasta cerca de Florencia y le hallaron en el convento franciscano de Mugello, lavando los platos. Como Buenaventura tenía las manos sucias, rogó a los legados que colgasen el capelo en la rama de un árbol y que se paseasen un poco por el huerto hasta que terminase su tarea. Sólo entonces San Buenaventura tomó el capelo y fue a presentar a los legados los honores debidos.

jueves, 14 de julio de 2016

Vicente Macip. Cristo con la Cruz a cuestas

Cristo con la Cruz a cuestas. 1517. Vicente Masip
Óleo sobre tabla. Medidas: 93 cm x 80 cm.
Museo del Prado. Madrid España

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» 

El Evangelio de la liturgia de hoy nos invita a cargar con el yugo de Jesús. Él cargó por nosotros la Cruz sobre sus hombros, de tal manera que su muerte nos dio la vida. Por eso hemos escogido esta tabla del valenciano Vicente Macip, en la que Jesús va camino del Calvario, ante la dolorida mirada de su Madre, sostenida por el discípulo amado.

martes, 12 de julio de 2016

Giovanni del Biondo. San Juan Gualberto.


Giovanni del Biondo. San Juan Gualberto
180x160 cm.
Florencia. Santa Croce.

Hoy recordamos a uno de los monjes reformadores de la Edad Media: San Juan Gualberto. Dedicado a él pintó Giovanni del Biondo el altar que hoy podemos contemplar. Se trata de una obra típica del gótico internacional, que tienen en su panel central la imagen sedente del santo, y a ambos lados cuatro escenas de su vida. De san Juan Gualberto no conservamos muchos textos. El que les ofrecemos es una carta que dirige a sus discípulos sobre la caridad.

El abad Juan a todos los hermanos unidos a él en el amor fraterno: salud y bendición.

Aquejado hace ya bastante tiempo de una grave enfermedad, espero de día en día que Dios acoja mi alma y que la tierra de mi cuerpo vuelva al polvo de donde fue sacada. Lo cual nada tiene de extraño, porque la misma edad, aun sin el peso de una tan grave enfermedad, me recuerda a diario que debo vivir en esta espera. Yo pensaba salir calladamente de esta vida; pero habida cuenta del nombre y el puesto que, aunque indigno, he ocupado en esta tierra corruptible, me ha parecido de alguna utilidad deciros unas palabras sobre el vínculo del amor. En cuyo tema no diré nada nuevo ni de mi propia cosecha, sino que me limitaré a repetir brevemente y como de pasada lo que oís a diario. La caridad es indudablemente la virtud que impulsó al Creador de todas las cosas a hacerse criatura. Es la virtud que él mismo recomendó a los apóstoles como síntesis de todos sus mandamientos: Esto os mando: que os améis unos a otros.

De ella habla el apóstol Santiago, diciendo: Quien observa entera la ley, pero falta en un solo punto, tiene que responder de la totalidad. Esta es de la que el apóstol san Pedro afirma: la caridad cubre la multitud de los pecados.

De todo lo cual podemos concluir que, si poseemos la caridad, podemos cubrir todos los pecados, y que a quienes creen haber adquirido las demás virtudes, si no tienen caridad, de nada les sirven. Si un soberbio o desobediente cualquiera escuchare lo que acabo de decir, en seguida pensará que el está realmente en posesión de la caridad, basado en la mera comprobación de que perdura físicamente en la comunión fraterna. Mas he aquí que san Gregorio le desengaña de esta, digamos, falsa opinión, al indicar los límites de la verdadera caridad, diciendo: «Ama perfectamente a Dios quien no se reserva nada de sí mismo».

No sé en concreto qué decir de la caridad, pues no ignoro que todos los mandamientos brotan de esta raíz. Porque si es verdad que son muchas las ramas de las buenas obras, una sola es la raíz: la caridad. Los réprobos no pueden aguantar por mucho tiempo su ardor, como expresamente afirma nuestro Salvador: Se enfriará el amor de la mayoría. Sobre éstos que se han enfriado en el amor y se han separado de la unidad, llora y gime el apóstol san Juan, diciendo: Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros.

Y si esto es así, o, mejor, porque esto es así, todo fiel debe reflexionar continuamente sobre la manera de adherirse a tan sumo bien, y buscar ansiosamente unirse a sus compañeros de peregrinación hacia Dios. Y así como los réprobos, al abandonar la caridad, son amputados del cuerpo de Cristo, así los elegidos, abrazándola sinceramente, quedan establemente unidos al mismo cuerpo de Cristo. Para conservar inviolablemente la caridad, es en gran manera útil la unidad fraterna, que se agrupa bajo el cuidado de una sola persona. Pues así como se seca el lecho de un río si se le divide en infinidad de arroyuelos, así también la unidad fraterna es menos eficaz en sus realizaciones concretas si se polariza en multitud de iniciativas.

Por lo cual y para que esta caridad permanezca largamente inviolable entre vosotros, es mi voluntad que, después de mi muerte, vuestro cuidado y dirección queden en manos del padre Rodolfo, al menos con las mismas atribuciones que tuve yo mientras vivía. Adiós.

lunes, 11 de julio de 2016

Alonso Cano. Visión de san Benito

Visión de San Benito del globo y los tres ángeles. 1658-60. Alonso Cano
Óleo sobre lienzo. Medidas: 166 cm x 123 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

Seis días antes de su muerte mandó abrir su sepultura. Muy pronto, atacado por la fiebre, comenzó a fatigarse aquejado de temperatura muy elevada. Como la enfermedad se agravaba de día en día, el sexto se hizo llevar por sus discípulos al oratorio, y allí se preparó para la muerte con la recepción del Cuerpo y la Sangre; de pie, con las manos elevadas al cielo y apoyando sus desfallecidos miembros en las manos de sus discípulos, exhaló el último aliento entre palabras de oración. Conviene hacer notar que, aquel mismo día, dos de sus discípulos, uno que vivía en el monasterio y otro que se hallaba lejos, tuvieron una misma e idéntica revelación. Vieron, en efecto, un camino alfombrado de tapices y resplandeciente de innumerables lámparas, que partiendo de su celda y en dirección al oriente, llegaba hasta el cielo. En su cima le asistía un varón de aspecto venerable y radiante de luz, que les preguntó si sabían qué camino era aquelque estaban contemplando. Ellos le contestaron que lo ignoraban. Él les respondió: «Este es el camino por el cual Benito, el amado del Señor, ha subido al cielo».

Hasta aquí son palabras de san Gregorio Magno, en su Libro de los Diálogos. Las recordamos en el día en el que celebramos la solemnidad de san Benito. A tal efecto, hemos seleccionado una obra de la pintura barroca española: la visión de san Benito del globo y los tres ángeles. Poco antes de su muerte, vio san Benito reducido todo el mundo a un rayo de luz, y en este revelación le mostró el Creador del Universo el misterio de su trascendencia.

Esta obra denota las influencias venecianas asimiladas en la corte por Alonso Cano, que construye un cuadro en el que existe una magnífica valoración de la materia pictórica y en el que el color se resuelve a base de tonos cálidos para transmitir la experiencia de la visión. Como instrumento expresivo llega a alterar la ortodoxia anatómica, como se aprecia en los larguísimos dedos del santo, realizados con una gran economía de medios. Pero al mismo tiempo, en el fino y seguro modelado del rostro nos demuestra que es uno de los pintores de su época con un sentido del dibujo más poderoso.

domingo, 10 de julio de 2016

El buen samaritano


El buen samaritano. 1890. Obra de Vincent van Gogh
 Óleo sobre tela. 73x60 cms.
Museo Kröller-Müller .Otterlo, Los Países Bajos, Europa


Leemos este domingo en la Eucaristía la parábola del buen samaritano. Por eso, hemos escogido una genial obra de Van Gogh. En la carta 607, de 19 de Septiembre de 1889, Van Gogh muestra ya su intención de pintar esta obra: "Voy a copiar " El Buen Samaritano" de Delacroix". Posteriormente, a principios de Febrero de 1890, en la carta 626, vuelve a comunicar a su hermanao Theo su intención: "Uno de estos días espero comenzar "El Buen Samaritano" de Delacroix y "El Leñador" de Millet".  Con fecha 3 de Mayo de 1890, en la carta 632, comunica a Theo que ya ha realizado también una copia de Delacroix. El cuadro, copiado de una litografía de Delacroix que tiene como tema la parábola del buen samaritano.

Cuando Van Gogh realiza este cuadro acaba de recuperarse de la que sería la última recaída de su vida, aunque se encontraba aún agotado por la enfermedad.

Las circunstancias durante las que lleva a cabo su obra son las mismas que las que sufría cuando pintó "La Resurrección de Lázaro", y muy parecidas a las que padeció cuando pintó "Piedad" y "Angel". Todas estas obras de carácter religioso tienen en común que son ejecutadas inmediatamente después de la recuperación tras una recaída de su enfermedad, y puede verse en ellas el deseo de encontrar consuelo en sus pensamientos religiosos, como una forma más de salir de la depresión que le causa sus recaídas, identificándose de una u otra manera con los protagonistas de los cuadros.

Una lectura del cuadro puede interpretarse como una representación de su vida en Saint Rémy, o su vida en general, en la que se considera un hombre sólo y castigado por las circunstancias, y en la que alguien (su hermano Theo?) le ayuda a levantarse y a proseguir.

Finalmente, el hecho de que pase un sacerdote, luego un levita (encargados de los templos), y un samaritano (despreciados por los judíos, quienes les negaban el saludo ni tenían tratos con ellos), se presta a la crítica, una vez más, del estamento religioso, y a todo autoritarismo en general, al mismo tiempo que muestra su preferencia por los más sencillos y humildes, entre los que encuentra mayores rasgos humanitarios.

sábado, 9 de julio de 2016

Anónimo. Déesis

Pantocrator de la Deesis de Tier. 1399. Anónimo
Témpera sobre tabla. 210 cm de altura
Catedral de la Anunciación. Kremlim. Moscú.

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se cubrían el cuerpo, con dos alas se cernían. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!» Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.» Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.» Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?» Contesté: «Aquí estoy, mándame.»

La primera lectura de la Eucaristía nos presenta la visión inaugural del profeta Isaías, en la que Dios se manifiesta en su majestad. Por eso, hemos escogido un icono de Cristo Pantocrátor, que nos muestra precisamente la representación de esta escena. Cristo aparece sentada en el centro de una mandorla mística, sobre un fondo rojo, vestido con una túnica blanca. Lleva en la mano el libro de la Escritura, y con la mano derecha bendice a los fieles. Este icono es venerado en una de las Catedrales del Kremlim, el recinto del gobierno eclesiástico y político de Rusia.

viernes, 8 de julio de 2016

Apostolado

Apostolado. XV. Anónimo
Témpera y oro sobre madera. Medidas: 89 cm. x 263 cm.
Museo Metropolitano de Nueva York

«Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.» 

Seguimos con las instrucciones que, según el Evangelio de san Mateo, dio Jesús a sus discípulos cuando los envió a predicar. Por eso, hemos escogido la predela de un retablo, procedente del Monasterio de Oña, donde aparecen los apóstoles representados por sus atributos: Santiago, Juan, Pedro, Pablo, Andrés y Bartolomé.

jueves, 7 de julio de 2016

Cristo y apostolado

Cristo y apostolado. XIII. Anónimo
Piedra tallada y policromada
Iglesia de San Juan. Alba de Tormes

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.»

Jesús envía a sus discípulos a predicar la llegada del reino de los cielos. Les pide que confíen plenamente en el poder del Señor, y no en sus propias fuerzas. Su señorío viene de lo alto. Por eso, contemplamos hoy un majestuoso conjunto escultórico románico, conservado en la Iglesia de San Juan de Alba de Tormes.

miércoles, 6 de julio de 2016

Claustro de Silos. La duda de Tomás

La duda de Tomás. XI. Primer maestro de Silos
Piedra tallada
Monasterio de Santo Domingo de Silos

En aquel tiempo, Jesús llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

El pasaje del Evangelio según san Mateo que se lee hoy en la Eucaristía nos narra la designación de los doce apóstoles por parte de Jesús. Del mismo modo que Israel se formó a partir de las doce tribus surgidas de los hijos de Jacob, así el nuevo pueblo de Dios se forma a partir del testimonio de estos discípulos que convivieron con el Señor.

Hemos escogido el célebre apostolado románico de uno de los frisos del claustro de Silos, en el que se nos describe la duda de Tomás. Dado que la escena tuvo lugar después de la Resurrección del Señor, no aparece Judas Iscariote, sino que es sustituido por Pablo.

La obra fue tallada a finales del siglo XI por el llamado primer Maestro de Silos. Aparecen alineados los apóstoles, excepto Tomás, cuya carencia de fe es remarcada por el artista a través del gesto de Jesús que, levantando el brazo, lo distingue nítidamente de los demás. Todos los apóstoles portan largas y bien talladas barbas, excepto el joven Juan, que muestra una incipiente barba. Cada apóstol porta en su nimbo su propio nombre.

martes, 5 de julio de 2016

Pedro Berruguete. Rey Salomón.

Salomón. 1500. Pedro Berruguete
Óleo sobre tabla. Medidas: 110cm x 80cm.
Iglesia de Santa Eulalia. Paredes de Nava

Estamos leyendo estos días como primera lectura de la Eucaristía textos procedentes de los profetas menores. Pertenecen a una época en la que los israelitas se dividieron en dos reinos: el de Israel y el de Judá. Dicha separación se produjo al concluir el glorioso reinado de Salomón. Por eso, queremos evocar la figura de este gran rey de Israel, caracterizado por su sabiduría y por la prosperidad que alcanzó en dicha época su reino.

Para ello, hemos escogido una de las tablas más conocidas que representan a dicho rey, obra de Pedro Berruguete. Pertenecen a su tercera etapa artística, que se desarrolla en Castilla entre 1483 y 1503, tras su paso por Italia. En este momento adapta el estilo que aprendió en Italia a los gustos de la clientela castellana, más conservadora y apegada a las maneras del Gótico.

Su obra maestra son unas pinturas representando a los Reyes de Judá, en el retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava, donde a pesar de recurrir a elementos arcaizantes (composición frontal, fondo dorado), logra una galería de retratos de intenso verismo. Destacan en la serie el rey David, de penetrante mirada, el rey Salomón y el rey Ezequías.

sábado, 2 de julio de 2016

Cristo el Esposo


El Evangelio que la liturgia del hoy nos presenta está tomado del capítulo noveno de san Mateo, y nos habla del sentido del ayuno. Mientras que otros grupos judíos ayunan, los discípulos de Jesús no ayunan, porque él es el Esposo de Israel, y mientras está con sus amigos, no ha lugar al ayuno.

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole:
-« ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo:
-«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?
Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.»

En la liturgia e iconografía bizantina, el tema de Cristo como Esposo, de pie junto a la tumba con los atributos de su Pasión, ocupa un lugar central en las celebraciones de la Semana Santa. Este Icono se sitúa ante el iconostasio, para la veneración de los fieles, hasta el Jueves Santo. ante él, se dice la siguiente oración: 

He aquí viene el Esposa a media noche; bienaventurado el siervo que encuentre velando. Mas el que encuentre inadvertido, indigno es. Cuida alma mía de no caer en profundo sueño y ser arrojada fuera del Reino, y entregada a la muerte. Mas velad clamando: Santo, Santo, Santo, eres Tú, oh Dios. Por la intercesión de los Poderes Celestiales, ten piedad de nosotros.

En la tradición iconográfica bizantina, es importante reproducir una y otra vez el mismo motivo iconográfico. El que mostramos hoy aquí, es uno de tantos, como es venerado en la piedad cristiana oriental.

viernes, 1 de julio de 2016

La vocación de San Mateo


La vocación de San Mateo, 1661. Juan de Pareja
Óleo sobre lienzo, 225 cm x 325 cm
Museo del Prado, Madrid. España

El evangelio de hoy  (Mt. 9, 9-13) nos relata la vocación de Mateo y como ante la mirada atenta de los fariseos el Señor manifiesta la predilección de la misericordia en contraste a la escrupulosa vivencia de la ley por parte de los fariseos.

Mateo, cobrador de impuestos, pecador ante los ojos de todo el pueblo al que Jesús fue capaz de mirar mas adentro, mas allá del propio pecado mirando al interior de un hombre. Un hombre que podía hacer mucho por el Reino de los Cielos. Le llamó con todo el amor y misericordia de su corazón para ser uno de sus apóstoles.

Jesús en la escena responde a los fariseos, en primer lugar, por quienes, por razones diferentes, no viven a la altura moral de quienes actúan conforme a lo prescrito. Los ve como "enfermos", más "víctimas" que "culpables", más necesitados de ayuda que de condena. 

En segundo lugar, su modo de acogerlos. "No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos". Lo primero que necesitan no es un maestro de la ley que los juzgue, sino un médico amigo que los ayude a curarse. Cristo no actúa como un juez que dicta sentencias, sino como un médico que viene a buscar y salvar a quienes se encuentran "perdidos". 

Cristo actúa como Dios mismo quien quiere misericordia antes que ofrendas y culto, antes que estar aferrados a la ley y sus cumplimientos. Para Jesús la misericordia es más importante que la pureza legal. Apela a la tradición profética para decir que para Dios la misericordia vale más que todos los sacrificios (Os 6,6; Is 1,10-17). Dios tiene entrañas de misericordia, se conmueven ante las faltas de su pueblo (Os 11,8-9).

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
-«Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió.
Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
-« ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
-«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

En el cuadro que hoy miramos encontramos una escena pintada por Juan de Pareja que refleja el ambiente de barroco del  siglo XVII. No olvidemos que el autor fue siervo de Velázquez y que aprendió el oficio de su dueño. Éste era esclavo moro del pintor, quien le concedió la libertad en Roma en 1654 lo que le permitió ejercer la profesión de pintor en libertad.



La obra es de un barroquismo exuberado siguiendo las tendencias de la época, y se retrata a si mismo en la escena evangélica, primero en pie por la izquierda, sosteniendo un papel en el que firma la obra, realizada ésta después ya de la muerte de su maestro Velázquez.